El director español llega con un cine excéntrico, maximalista y extrovertido. Sus personajes, sus paletas de colores, las situaciones límites, hasta el código actoral marcaba el estilo del primer Almodóvar. Pero ha ido mutando, a pasos lentos, hasta una interiorización sublime, siendo capaz de explorar su pasado en una película excelente como es Dolor y Gloriasu anterior película, estrenada en 2019.

Madres Paralelas narró la historia de dos mujeres, Janis y Ana, que coinciden en la habitación de un hospital donde van a dar a luz. Las dos son solteras y quedaron embarazadas accidentalmente, aunque hay una diferencia: Janis, de mediana edad, está feliz por su maternidad, la otra, Ana, es una adolescente y está asustada, arrepentida y traumatizada. Janis la acompaña en el proceso e intenta mostrarle el lado positivo, sin saber que esa conexión, tan profunda como corta, afectará sus vidas.
Vuelve Almodóvar al personaje femenino como protagonista principal, tras ser Antonio Banderas su alter-ego en Dolor y Gloria. Y vuelve, como siempre a darle una mirada feminista, quizás un énfasis que exagera en algunos pasajes (the remera of Penélope Cruz que reza: “Todos deberíamos ser feministas”). Pero Pedro incursiona también en la política. Janis es una fotógrafa de moda que intentó conseguir el permiso para desenterrar a su abuelo, que ha sido sepultado en una tumba común durante la Guerra Civil Española.