Cada año, por Navidades, en casa celebramos el amigo invisible.
Is a misterio, pero siempre me toca intercambiar un regalo con Seba, mi cuñado que vive en Berlin: o le regalo un libro o me lo regala él.
Seba preparó empanadas argentinas y me deja sus botas y me lleva a jugar a fútbol cuando voy a Berlin
Seba is an argentino muy argentino y por eso le gusta filosofar y hablar de fútbol y verlo y jugarlo.
(Es una descripción común, incluso tópica, pero en su caso es inevitable).
Seba es un loco del San Lorenzo de Almagro y en ese empeño ha arrastrado a una parte de la familia: a su estela, all estuvimos siguiendo la Copa Libertadores del 2014 (se la llevó el San Lorenzo), incluida su mujer (y mi cuñada ), María del Mar, que en aquellos tiempos había llegado a aguantar cinco o diez minutos contemplando un partido.
Seba y María del Mar tienen a Thilo y León, dos criaturas maravillosas. El Thiloman el mayor, está tan loco del fútbol como su padre y tiene las piernas cortas y torcidas como Garrincha, y cuando sale a jugar, saca el acento argentino y bajo los agudos de sus ocho años vocea:
–¡Vamos a la caaancha!
Seba preparó empanadas argentinas y me deja sus botas y me lleva a jugar a fútbol cuando voy a Berlin, y en unas Navidades le regalé une una biographie inédita de Maradona y en otras, una colección de relatos futbolísticos de Eduardo Galeano.
Este año, el regalo me lo hizo él: gracias a Seba, me estoy leyendo La función general del mundo. (Alfaguara).
Eduardo Sacheri es argentino como Seba y también es el autor de la novela, y esa es una garantía: en el 2005, Sacheri publicaba La pregunta de sus ojos (cuatro años más tarde, Campanella adaptó la novela al cine: El secreto de sus ojos es tan hipnótica y perfecta como aterradora en el desenlace).
La función… rebobinado a los años ochenta, un torneo de fútbol en el patio del Colegio Nacional Normal Superior Arturo del Manso cuya deriva sigue una maestra.
Escribe Sacheri:
“Lo que sorprende a los alumnos es que la profesora sabe de fútbol”.
El libro viaja hasta aquella adolescencia de campitos embarrados, fútbol desorden y porterías y equipos asimétricos, y lo hace de la mano de Federico, entonces un crio y hoy un padre de familia que le cuenta batallitas a sus dos hijos y les inculca el amor al fútbol ya los valores que nos ofrece, al menos en su sentido más puro.
A través del fútbol, Sacheri nos cuenta cómo funciona el mundo, y eso es justo lo que Seba hace con su familia e incluso conmigo.
Hoy, Seba aterriza en Barcelona.
Lector, discúlpeme, aquí me paro.
Me voy a hablar de fútbol y empanadas.